Vollmann, el Oscuro

En octubre de 2004, mientras realizaba estudios de posgrado en arquitectura en la Universidad de Kentucky, agregué el nombre de William T. Vollmann (1959) a una lista de autores porque uno de sus libros, Rising Up and Rising Down: Some Thoughts on Violence, Freedom and Urgent Means (2003), podría ser de mi interés bibliográfico. Entonces escribía un ensayo sobre cómo ciertos actos terroristas influyen en la revitalización urbana de ciudades victimizadas por este tipo de acontecimientos.

Algunos días después eliminé el libro de la lista porque se trataba de una obra compuesta de siete volúmenes y más de 3,300 páginas escritas durante el transcurso de veintitrés años (más tarde me enteré de que se publicó una versión condensada). Las proporciones hercúleas de aquel tratado detonaron mi curiosidad por el autor, a quien hoy considero uno de los mejores escritores estadounidenses con vida.

Mi primer acercamiento a Vollmann fue con Whores for Gloria (1991), la primera entrega de su infame Trilogía de la Prostitución. Sobre todo elegí ese título porque se trataba de una novela breve, lo cual constituye una rara avis en la obra del autor, quien suele escribir volúmenes de talla intimidante; uno de ellos, incluso, sobrepasa las 1,300 páginas (Imperial, 2009). Whores for Gloria atiende los divagares y obsesiones de un veterano de guerra en busca de una mujer que se antoja mítica. El inicio del libro es apoteósico. Vollmann relata una anécdota sobre una prostituta que, insatisfecha tras administrarse heroína una y otra vez, decide inyectarse su propia diarrea.

Desde esa primera lectura descubrí que las obras de Vollmann le exigen al lector su atención indivisible y, de algún modo, rechazan a quienes no poseen el tesón necesario para comprometerse a ellas de principio a fin. Es una especie de elitismo literario impuesto por su creador, aunque silencioso, porque seguramente Vollmann jamás lo admitiría.

Un año después decidí leer su colección de ficción breve más famosa hasta la fecha, The Rainbow Stories (1989), compuesta por historias que incluyen a un grupo de marginados –prostitutas, neonazis, drogadictos, mendicantes, fetichistas, seropositivos– aunque sin llegar a demonizarlos, sino presentándolos con las virtudes y defectos de cualquier otra persona, humanizándolos, porque la empatía de Vollmann es ilimitada. Es bien conocido que en Bangkok el autor compró por una noche a una prostituta de catorce años para trasladarla de forma clandestina a un refugio académico fuera de la ciudad, quizá motivado por el sentimiento de culpa que, como él mismo lo ha declarado en diversas entrevistas, lo agobia desde los nueve años de edad, cuando su hermana menor de seis años se ahogó en un estanque mientras él la cuidaba.

A partir de esa segunda lectura, caí en la cuenta de que el autor tiende a favorecer la fragmentación, incluso en textos de aliento corto, como su recurso narrativo principal, creando así la posibilidad de una lectura cuyo enfoque no sea meramente lineal sino caleidoscópico. Esta parcelación narrativa no sólo le permite trabajar en múltiples libros a la vez, como suele hacerlo, pues la gestación de algunos incluso llega a superar la década, sino también le da licencia para configurarlos como mejor le parece sin comprometer la calidad de su prosa maximalista, hiperbólica y huidiza cuyo esplendor lingüístico y complejidad imaginativa son propios de cualquier proyecto literario que aspira hacia una visión hegemónica y totalizante de la novela, como es el caso de Europe Central (2005), el siguiente libro que leí, galardonado con el National Book Award en la categoría de ficción.

Hace algunos meses, Vollmann publicó un artículo en la revista Harper’s sobre una serie de episodios autobiográficos y rocambolescos que hace años afectaron su vida cotidiana y profesional al ser etiquetado por el FBI como el sospechoso S-2047 en uno de los casos de terrorismo doméstico más sonados en Estados Unidos, el del Unabomber, cuyos ataques ocurrieron entre 1978 y 1995, convirtiendo a Vollmann en un personaje que encajaría perfectamente en alguna de sus obras.

Quizá Vollmann no es el autor más fecundo en cuanto a número de libros se refiere, pero sí puede ser uno de los más prolíficos si se estima la cantidad de páginas que ha escrito desde que publicó You Bright and Risen Angels (1987). De hecho, escribe tanto que sufre del Síndrome de túnel carpiano.

Los rumores sobre la concesión del Premio Nobel de Literatura para Vollmann son cada vez más abundantes y frecuentes. Él mismo ha declarado que si algún día llega a obtenerlo, donará gran parte de la remuneración económica a sus musas, un sinnúmero de prostitutas. Y es tanta su devoción por estas mujeres, que incluso el autor, en un gesto de reverencia prosopopéyica, se travistió para crear a Dolores, una mujer que documentó a través de textos y fotografías en un libro de publicación reciente, pero que por primera vez apareció en Kissing the Mask (2010), uno de sus textos más gratificantes de no ficción que he leído. La publicación de The Book of Dolores (2013) llegó a sorprenderme porque alguna vez declaré en una red social, hiperbólicamente, que Vollmann era el autor más heterosexual en la historia de la literatura. Y lo sigo creyendo, pues su alter ego, Dolores, no es otra cosa sino un homenaje a la figura de la mujer que ama con gran intensidad.

*Luis Panini (Monterrey, 1978). Escritor y arquitecto. Ha publicado los libros de relato Terrible anatómica (2009), Mala fe sensacional (2010) y Función de repulsa (2015). Así como las novelas Esquirlas (2014), El uranista (2014) y La hora mala (2016). Reside y trabaja en la ciudad de Los Ángeles.

Pez Banana