Fandelli el de las lijas

Fandelli (2019) es el libro más reciente de Guillermo Fadanelli (1960) publicado por Cal y Arena. Una obra donde el diálogo entre pasado y presente se enlazan para formar a un ser desencajado y absorto de la vida.

Novela autobiográfica donde los recuerdos son los personajes, los malditos recuerdos que hacen al hombre desdichado, a ese hombre que tiene un pasatiempo singular: es adicto a la digresión. La muerte será lo único que separe al escritor de su escritura, no de su obra, porque de ella fue apartado desde su nacimiento. Por eso Fandelli aparece como la juventud abriéndose paso, no solo como un escritor mediocre que se enfrenta al mundo, sino como un forajido.

Después de aquel altercado seguiste siendo niño en la calle Carmen, en la colonia Nativitas, y después en Avenida 9, colonia Independencia, en la frontera con la colonia Portales. Lo has contado hasta el vómito, en los panfletos que afloran en tu mente, en las novelas que te publican tus amigos editores: mente-lenguaje-escritura-mente-coño-mente-familia-tumba”.

¿Qué novedad puede escribir Guillermo Fadanelli, si su tema está agotado y publicado en revistas, periódicos, páginas web y claro, en sus más de veinte libros a lo largo de su existencia sobre la tierra? Parece supurar el libro.

En los textos de Guillermo Fadanelli, más allá de su última obra, ya sean de largo o corto alcance, ensayos, relatos o cuentos, siempre cambia de jugada cada vez que se le antoja, su estilo se modifica para abordar la forma, escribe como si jugara un partido de Básquet Ball.

Juega en equipo escribiendo ensayo y anotando con libros como En busca de un lugar habitable (2006) o Insolencia: literatura y mundo (2012). Realiza encestes de tres puntos con novelas como Hotel DF (2010) o Te veré en el desayuno (1999); también toma el balón y corre evadiendo a sus contrincantes para dejar la bola justo en el aro con relatos como “Plegarias de un inquilino” y “El billar de los suizos”, pero también anota limpiamente dejando escuchar el sonido de la red raspar el balón en novelas como Lodo (2002) o Educar a los topos (2006).

Foto: Rogelio Cuéllar

Encuentro en su último libro (Fandelli, como las lijas) una suerte de mapa para rehacer su vida, desandar sus pasos, donde cada pedazo para re-estructurarla serían sus obras. Este hombre es parte de la Ciudad de México, es un ser ambulante que parece conocer todos los resquicios y lugares donde la vida se sume en la miseria por el aplastante sol de los días. No es un hombre cotidiano sino un artista errante de su propio pensamiento. Quizá este ser cotidiano se volvió cínico por fuerza, porque en realidad no le quedaba de otra. Los pasos dados por sus libros, van directo a esa tumba que anhela fervientemente en cada uno de ellos, que impregna en sus diatribas, y nos acerca a esa idea que no quiere que veamos: hablamos de nosotros mismos para ocultarnos. Guillermo Fadanelli parece mostrarnos que sus recuerdos tienen un peso y son sustancia, demonios que fue creando por su paso por la tierra.

Fandelli se pone hosco, es el joven impetuoso, el artista. Lucha contra su narrador, el cual lo obliga a lanzar improperios, a sacar esa voluntad creadora que bulle en una juventud esplendorosa:

no, no, ni madres, escritor es poco, desearía patearle el culo al mundo con mi presencia indeseable y no invitada; ser un artista, y ser odiado, que solo al verme los cretinos vuelvan a usar pañales”.

Guillermo Fadanelli se ha defendido bien, ha dado buenas batallas, no vino a este mundo a luchar por nada, vino a mirar y escribir sus impresiones, y quizá nadie lo rescate, ni el ejército de los diez guerreros: “Dostoievski; Kafka; Walser; Salinger; Pessoa; Roth; Cioran; Bukowski; Gogol y Cervantes”. Ni si quiera ellos lo salvarán de la gruta seca, árida y sin fondo de la vida.

*Raúl Picazo (Puebla, 1986). Es escritor.

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