El chisme como pacto de complicidad: entrevista a Nadia Ayala

Asoleadas, un corto bien planeado que accidentalmente hace coincidir a las dos protagonistas de la historia, son opuestos que resultan no serlo tanto. Una complicidad entre mujeres que se da de forma natural y espontánea. El chisme, por supuesto, forma parte de esta complicidad en la que comparten un momento de confidencia. Nadia Ayala, escritora y directora del corto nos habla del proceso que conllevo el corto, el cual se estrena en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia 2020.

Karla Vivanco (KV): ¿Cómo nace Asoleadas?

Nadia Ayala (NA): Tiene que ver con un interés personal por contar cosas que sean de la vida cotidiana, anécdotas que le pueden suceder a cualquier persona en cualquier momento, que tienen mucho que ver con el azar. Mi corto anterior, Propiedad privada, un cortometraje que también estuvo en el Festival de Cine de Morelia el año pasado y tiene la misma premisa, no es el mismo género ni la historia es similar, pero también tiene que ver con el azar y la cotidianeidad. Tenía muchas ganas de hacer un cortometraje que fuera del género de la comedia, porque es un género muy complicado, es muy difícil de realizar, es muy difícil hacer reír a la gente, no sé si provoqué eso en ti o no, pero mi búsqueda era que la gente se la pasara bien por un rato. Por lo general los cortometrajes tienden a ser muy serios, intentan contar cosas muy dramáticas, muy profundas, no es una crítica, me parece que es algo muy general y tenía ganas de buscar otra manera de narrar. Contar algo que sea refrescante, simpático, luminoso, bien actuado, no sé si lo logré, pero esa era mi búsqueda; hacer un cortometraje que te gustara verlo, que sintieras una frescura, que te hiciera reír. Por lo general escribo los guiones que filmo, soy guionista y directora de mis proyectos y también los levanto, son proyectos que yo filmo con mi presupuesto, el crew es gente con la que yo he trabajado toda mi vida, desde que soy profesional. Cuento con gente muy valiosa que me apoya. Llevo casi veinte años siendo asistente de dirección, mi carrera es como asistente de dirección así que estoy dando el paso a dirigir, que es un paso bien difícil porque con tanto tiempo trabajando en una misma cosa, la gente te sigue llamando para eso siempre y los cortometrajes que he hecho han sido como mi tarjeta de presentación en este nuevo camino que estoy queriendo tomar. No sé si respondí tu pregunta.

KV: Sí, muchas gracias, precisamente hablando del tono cómico que querías tomar, ¿cómo fue el proceso para la construcción de tus personajes?

NA: Tenía ganas de hacer una historia entre dos mujeres. Primero, quería hacer un cortometraje que hablara de la empatía entre mujeres que a primera vista se ven como personajes muy diversos, muy diferentes y que en realidad no lo son tanto al final. Hay una especie de prejuicio que tenemos todas las personas acerca de otras personas al verlas y realmente no las conoces, pero siempre las etiquetas de cierta manera. Quería que fueran estos personajes un poco estereotipados: una chava libre, que fuma marihuana y pareciera que no tiene ninguna atadura en la vida, y otra que parece muy estructurada, mucho más fría, mucho más controlada. Creo que están muy bien, creo que sí logramos dar esa imagen de estas dos chicas. Trabajé mucho con las actrices, son actrices que yo ya conocía desde hace bastante tiempo, trabajamos los diálogos. Hay muy poquito de improvisación, aunque siento que parece que se improvisa mucho porque son muy frescas ellas dos, pero en realidad los cortos que ves en el corto son los que están escritos. Me gustó mucho llegar a ese nivel de frescura que en realidad tiene mucho trabajo detrás, podrías decir: “ah mira, se sentaron ahí y estuvieron improvisando”, ¡no! En realidad, tiene todos los diálogos súper pensados, súper trabajados con ellas. Ese era mi objetivo en cuanto a los personajes.

KV: ¿Qué retos se te presentaron, como directora, durante la grabación?

NA: Yo soy asistente de dirección, entonces, al escribir el guion, escribí un guion que supe que podía filmar en dos días, que lo podía levantar con mi presupuesto, porque no tenía un presupuesto que me lo otorgara alguien más. Filmamos en dos días teniendo siempre el peligro de que se nublara, se llama Asoleadas, con dos días sin sol evidentemente había que cambiar el titulo o no sé. Íbamos un poco contra la luz, corriendo bastante. Para mí es muy difícil desapegarme del plan de trabajo porque soy asistente de dirección hace muchos años y mi reto mayor ahora, como directora, es relajarme en ese sentido, que alguien más se preocupe, yo debía filmar y disfrutar el proceso. Es muy complicado porque soy muy consciente de todo lo que se mueve alrededor para llegar a filmar. No soy una directora que solo ha sido directora. Vengo de una escuela muy larga de asistente de dirección, conozco muy bien cómo se llega a filmar.

Y mi reto mayor, yo creo que fue ese, poder hacer comedia. Creo que no es algo normal, no es algo que todo mundo diga: “va, me voy a lanzar a hacer algo para ver si la gente se ríe o no. Es un salto al vacío. La comedia es un salto al vacío porque puedes pensar que estás haciendo algo que va a ser muy cómico y luego la gente no reacciona igual. Quizás no entiendas por qué, la risa la provocan cosas bien extrañas, no hay una fórmula. Está la fórmula del pastelazo, pero creo que mi corto no es esa especie de corto de risa fácil no es como: “ja, ja, ja, pisó el plátano y se cayó”, intenta ser más elaborada la comicidad. No es una comicidad de: “solamente me rio porque está chistosa la chava”, intenté que los diálogos tuvieran cierto truco, que las chavas fueran creíbles, que no fueran dos personajes como de caricatura. Espero haberlo logrado, lo veré en las salas si la gente se ríe. Esa era mi búsqueda.

KV: Ya que tocas el tema de la organización, platicando con otros directores, comentan que tenían muy planeado y estructurado todo y en el resultado final salió algo muy diferente, ¿hubo momentos en los que no salía lo planeado?

NA: No, porque trabajo mucho en la pre. En realidad, sí, hay cosas que surgen y que pueden ser muy graciosas o que tú pensabas que iban a funcionar y al final viéndolas ahí no funcionan, pero ensayé mucho con las actrices, todos mis planos estaban dibujados. Había muy poco margen para decir: “uy, estoy perdido, no sé qué estoy haciendo”, estaba todo muy organizado, tiene que ver con de dónde vengo yo, por lo que hago. Tenía mi asistente de dirección en el corto, pero mi cerebro funciona así. No hubo algo que se me saliera de las manos y que no supiera cómo resolver. Creo que logré muy bien el plan de trabajo, me hubiera gustado tener más tiempo para improvisar otras cosas, pero sabía que no lo iba a tener, porque cuando filmas de día tienes una cantidad de horas que son reales porque hay luz y el corto de eso se trata. Conseguí lo que quería, siempre uno quiere más, siempre puede decir: “ay, hubiera estado bueno hacer otra toma, o que esta chava hubiera hecho esto” o tener más tiempo para dar un final alterno y luego tienes más material en la edición. Pero estoy muy satisfecha con lo que logramos. El trabajo en equipo es básico, los elementos que formaron parte del cortometraje eran los que tenían que ser; la música, el diseño gráfico, las actrices, el fotógrafo. No me quedo con un sabor de: “uy, me faltó”, creo que es redondito, a mí me parece, como directora yo estoy conforme.

KV: Una vez terminado tu cortometraje, ¿qué retos se te presentaron en el proceso de difusión?

NA: El mundo de los cortos es raro porque en realidad ese mundo son los festivales y en estos es un volado. Nunca sabes en qué festival te vas a quedar, si les va a gustar, si no les va a gustar, si presentaron 80 cortos o tres, es muy difícil saber qué camino van a tener. Yo tuve la suerte ―me sorprendo cada vez que lo pienso― de tener un cortometraje el año pasado en Morelia, llamado Propiedad privada, que quedó seleccionado. Fue mi primer cortometraje y fue muy sorpresivo que quedara seleccionado por esto que te digo, son cortos que levanto yo a pulmón, estuve muy feliz. Cuando metí de nuevo a este año Asoleadas a Morelia, lo metí porque amo Morelia, es el festival de mis sueños, lo amo, pero pensé: “no voy a quedar porque es comedia, porque Morelia tiene un perfil más social, porque ya me quedé el año pasado, quizás le den la oportunidad a otro director”. Cuando vi que había quedado seleccionada de verdad fue una gran sorpresa y me emocioné mucho porque también revalidó esta confianza que tengo en mi trabajo, dije: “okey, estoy siendo elegida por segundo año, con un corto muy diferente, que no es exactamente el perfil del festival y me hizo muy feliz. Hay otros festivales, ganó mejor dirección y mejor guion en Moscú, como que he tenido un recorrido muy sorpresivo para mí porque nunca sabes qué puede pasar con un cortometraje, más si tú eres la persona que lo mueve, que lo manda a festivales, que la fe es mía, no tengo un equipo atrás que esté buscándome festivales. Es difícil la difusión, la mayoría de las veces no te quedas en los festivales, es lo más normal. Si metes a cincuenta, te quedas en cinco, es el rango. A este le ha ido muy bien, ha quedado en casi todos en los que lo he metido, por ahora vamos muy contentos.

KV: ¿De dónde nace tu necesidad de hacer cine?

NA: Estudié cine en Argentina, mi papá trabajó de escenógrafo toda su vida, ya venía por ahí el mundo del cine o del teatro en mi familia, mi abuelo era guionista. He sido espectadora toda la vida, me gusta ver películas, me gusta mucho escribir y creo que mi carácter me llevó a ser asistente de dirección, el tipo de estructura mental que tengo me llevó a ser asistente de dirección y lo disfruto mucho, me gusta mucho ser la persona que mueve el barco, es el equipo de dirección siempre. Me parece que es importante contar historias, tal vez no es vital, no es que la gente necesite ver historias, pero hace más linda la vida. Es un trabajo muy emocionante y muy diverso, te lleva a lugares que pensaste que nunca conocerías, a conocer gente maravillosa también conocer gente que no quieres volver a ver y creo que muy pocos trabajos tienen esa flexibilidad, es una virtud de este trabajo, como un gran regalo que te da trabajar en el cine todo lo que te da alrededor, que no tiene nada que ver con el glamour. Siento que mucha gente piensa que es muy glamuroso y no es glamuroso levantarse a las cinco de la mañana y regresar a tu casa a las doce de la noche, no ver a tu familia, estar todo el tiempo un poco tenso, un poco estresado. No es glamuroso, pero sí es emocionante.

KV: Al tener esta experiencia de haber vivido en Argentina y después llegar a México, ¿crees que aquí hay suficiente apoyo al cine?

NA: Yo nací aquí, mis papás son argentinos y me fui de muy chiquita a vivir a Argentina y regresé a los 23. Una de las cosas por las que regresé a México es porque hay muchas más posibilidades de filmar acá que en Argentina, pero por mucho. Acá hay una industria, puede ser que esté en crisis, que se filme menos, pero México todo el tiempo está generando contenido, todo el tiempo. Ya sean series, ya sean películas, ya sea televisión, todo el tiempo hay trabajo. Ese fue uno de los motivos por los que yo vine y también es un país al que vienen muchos extranjeros a filmar, dejando el país en sí, es un país en el que siempre hay cosas para hacer. Que, ¿podría haber más? Por supuesto que podría, siento que en este momento estamos pasando por una crisis, pero que es una crisis en general, no solamente es cultural, es algo que vamos a tener que superar y que de todas maneras sigue siendo un país bastante privilegiado en comparación con otros países de Latinoamérica, en cuanto a la cantidad de rodajes que hay, en cuanto a posibilidades que tenemos los cineastas. Siempre podría ser mejor, pero yo estoy muy agradecida con el país porque desde que estoy trabajando, nunca he dejado de trabajar. Si tu revisas mi IMDB [Base de datos de películas en Internet] todos los años tengo películas, no hay un hueco ―bueno, este va a ser un hueco, pero por el Covid― en realidad es un hueco para todos, paró el mundo. Estoy muy agradecida con México, me parece que es el lugar en el que yo tenía que estar, en el que iba a poder trabajar y desarrollar mi carrera como directora también.

KV: Hablando del Covid y esta pandemia que a la mayoría les llegó a arruinar muchos proyectos, ¿a ti, te perjudico en la realización de proyectos?

NA: Sí, estaba a punto de filmar una serie para Netflix, estábamos a una semana de empezar y el Covid hizo que se parara y sigue detenida, yo creo que va a empezar de nuevo en enero o por ahí. Y claro porque, además, parte de mi ser es trabajar, parte de mi ser es ir al set, levantar proyectos, estar con los directores, hacer mis proyectos, tuve la suerte de filmar Asoleadas en enero o en febrero y si no lo hubiera hecho ahí se hubiera detenido también Asoleadas, tuve la gran suerte de poder filmar y fue lo único que filmé antes de la pandemia. Ahora acabo de hacer unos capítulos de una serie, pero yo pensé: “bueno, quizás este año lo único que filme es mi corto”. Creo que todos tenemos algo bueno y algo malo que decir de la pandemia, a mí en lo que me ayudó fue en poder sentarme a editar, terminar el corto, trabajarlo tranquilamente, ponerle la música con la diseñadora musical que yo quería, los créditos como yo los quería y llegar a Morelia que era mi deadline. En otro momento no lo hubiera podido hacer porque estaba muy ocupada trabajando, y como es un corto que yo levanto, si no estás presente no suceden las cosas. La pandemia en ese sentido me dio libertad para terminar eso, me dio libertad para seguir escribiendo un largometraje que está en proceso, pero también fue muy deprimente, tampoco es que estas 100% creativo porque estás pensando: “¿qué voy a comer?”, no es como que estés: “hoy me levanté feliz a trabajar” todos los días, porque hay días que lo logras y hay días que no. Pero creo que tuvo algunas cosas que beneficiaron a mis proyectos el estar en casa, que pudiera pensar y que pudiera también tomar la decisión muy rotunda de decir: “yo ya quiero dirigir, ya”, me va a seguir tocando asistir porque de eso vivo, pero ya quiero dirigir. Es una decisión bien ruda porque significa decir que no a otras cosas hasta que salga la oportunidad.

KV: Como mujer cineasta, ¿te has encontrado con situaciones de discriminación o acoso en el ambiente cinematográfico?

NA: Sí, sí, más llevando tantos años en medio, sí. De discriminación; alguna vez me pasó que no me dieron un proyecto que yo realmente quería hacer, me pusieron como motivos que porque era mujer y porque el proyecto era muy difícil y yo he hecho puras películas muy difíciles, no soy una mujer a la que se le rompan las uñas, soy una mujer muy ruda y he hecho proyectos en los que me he ido a Finlandia a filmar, me he ido a Real de Catorce, he hecho películas muy muy difíciles, “cómprame un revolver”, películas que no son comedias de domingo. Fue tal cual, porque era mujer, me dijeron: “no, tú no puedes hacer esa película porque es en el desierto y porque es de narcos” y yo: “… Tú estas decidiendo por mí, yo soy capaz y lo que no soy capaz de hacer.

De acoso; quizás en alguna época era más normal que te dijeran cosas que eran fuera de lugar, que te insinuaran cosas que era de: “oye, guapa”, oye guapa no, yo tengo nombre, a mí dime por mi nombre. Nunca llegué a una situación muy incómoda pero antes era más normal que te trataran como una “vieja”, que: “¿por qué no te pones algo más escotadito?” o cosas así que dices: “órale, ¿por qué?, ¿por qué tú no eres menos flaco?”. Hubo una época en la que era más normal hacer ciertos comentarios y que ahora está empezando a dejar de serlo y que ahora siento que estamos más protegidas entre nosotras. Pero yo tengo una personalidad muy fuerte, tampoco es que podía venir cualquier persona a decirme cualquier cosa porque: “¡pum!”, también hay que saber defenderse, eso es muy importante. Saber defenderse es más allá de la sociedad, es una cosa que uno tiene que saber hacer para ponerse en un lugar y estar firme en ese lugar. Ser asistente de dirección no es fácil, eres la persona que mueve el set; implica staff, más hombres que mujeres, también es una cosa personal, saber dónde pararte, cómo pararte, cómo venderte, cómo si hablar y cómo no hablar, cómo darle cabida a la gente y cómo no.

Me da alegría que esté siendo cada vez menos común que nos expongan a esas situaciones incómodas. Es cada vez menos común, porque hay mucho respaldo y porque si tú un día estás trabajando conmigo y te pasa algo, evidentemente voy a saltar y te voy a defender. Antes la gente hacía: “yo no vi, yo no sé, yo no”, ahora ya no es tan normal que la gente haga eso y creo que es algo muy bueno.

KV: ¿Qué sigue para Nadia Ayala?, ¿estás trabajando en nuevos proyectos?

NA: Estoy escribiendo un largometraje, espero que sea lo próximo que dirija. Me gustan mucho los cortometrajes, siento que son maravillosos, la gente les da muy poco valor, son muy poco vistos y tienen muy poco mercado, pero son un gran medio porque es muy difícil contar historias cortitas y que sean redondas, que no te queden hilos por atar. Quiero empezar a cerrar mi largometraje, el guión, espero que pronto Morelia me vea con el largo, que ya no sea un corto. No me despido del mundo del asistente de producción porque también es un trabajo que me gusta muchísimo, lo disfruto, ya no quiero que sea solamente eso, ser exclusivamente asistente de dirección. Si yo lo pudiera combinar sería muy feliz asistente y directora, no sé si existe esa posibilidad, pero tengo muchas ganas de contar mis propias historias. Eso es lo que quiero para mí, espero que eso quiera el azar también.

Este texto se publicó originalmente en Vertedero Cultural

Todos los fotogramas pertenecen al filme referido.

*Karla Vivanco. Coordinadora y editora en Vertedero Cultural, sitio web de difusión para la cultura y las artes, escritora. Es estudiante de licenciatura en Literatura Intercultural en la Escuela Nacional de Estudios Superiores, unidad Morelia, UNAM.

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