Siempre he visualizado al género como un rastrillo a contrapelo, una navaja que disecta; espejo que avienta un rayo ahí donde sólo había penumbra, una dentellada, un fulgor: deriva y contundencia. Bien lo dice al principio de este interesante libro el autor avecindado entre CDMX y Monterrey, que es el ensayista quien “zurce los retazos de aquellos que sostienen la gloria imperial sobre sus lomos lacerados, canta un estribillo insolente a rostro desnudo y da la espalda al boato estatal”. El ensayo es irrupción, voz digresiva, rodeo: una revisión que busca dar la cara.
Editado hace apenas un par de años en bella edición por el sello regiomontano An.Alfa.Beta, el libro del también narrador Ramón López Castro (Premio Nacional de Ensayo Alfonso Reyes, 2000) participa de múltiples valores en torno a uno de nuestros géneros menos ejercidos. Michel de Montaigne, padre fundador, afirmaba que lo que sabía de Séneca, habría podido aprenderlo de sí mismo, si hubiese tenido el enfoque o la fuerza para no cejar en ese empeño. De ahí el valor y el eco del género: su capacidad para señalar rumbos del pensamiento a los que nosotros pudimos haber llegado, conclusiones previamente sospechadas, incompletas, difusas. Es por ello que equiparo su ejercicio con una disciplina casi marcial, de rigor y concentración. De soltura y de solidez.
Ramón López Castro
El libro de López Castro es ameno y accesible, porque antes de derivar hacia aguas más profundas, ensaya la cortesía para el lector de intentar asedios a esa maleable disciplina, que no por nada, Reyes bautizó como “el centauro de los géneros”. En una época y una tradición de escasos ensayistas contemporáneos solventes –González Rodríguez, González Torres, González-Crussí, Bartra, Silva-Herzog, Luis Ignacio Helguera- los hallazgos originales del lenguaje y el pensamiento son logro doble: López Castro nos revela en sus liminares aforismos que “El ensayo es libertad creativa bajo la disciplina de la razón y el ritmo de la retórica”, o echando mano del símil y la mitología, recordarnos que “Un ensayo fastuoso en detalles puede esconder pobreza en argumentos. Una disertación ampulosa da evidencia de sofismas, como los reclamos de las sirenas nos permiten intuir los peñascos arteros.” (Cof, cof, Octavio Paz)
La sutileza o el blindaje
El ensayo es expansivo. La ambición totalizadora de López Castro no se atiene a la brevedad: el pensamiento detona ramificaciones, sesgos, derivaciones. Son muchos los temas que registra y explora: el contrapunto de la materialidad humana de Cervantes contra la huella fantasmagórica de Shakespeare; siendo el autor especialista en leyes, se filtra el perfil de lo profesional: un metafórico marco legal para el fiel escudero del Quijote; la acuciosa revisitación a la novela ilustrada y sus derivas desde la literatura. O, profundo conocedor de la historia militar, un derroche enciclopédico en torno al tema de lo naval que no desdeña la imagen poética, no por ello menos precisa:
“La corbeta Zaragoza terminó su andar marítimo sirviendo como blanco de artillería no lejos del puerto de Veracruz, despojada de sus rangos y armamento, más no de su historial. Ahí sigue, ya coral, ya en silencio, con su metal corroído, a la merced de los saqueadores de tumbas marinas que trafican con sus metales muertos; su madera y acero trasmutados en anémonas o peces multicolores, en la vida discreta de las ruinas que sueñan días de gloria bajo el sudario de las medusas. Su tumba es otro de esos lugares que no conozco, salvo en mis inmersiones literarias”.
¿El Blues, el vudú y Paracelso pueden convivir dentro de la digresión de una pregunta, un pensamiento? Este libro nos demuestra que sí. Que como hacía notar hace apenas unos días otro notable ensayista –mi vecino Noé Vázquez, autor del prodigioso Cuaderno Navaja– que “todo tiene qué ver con todo”, sabiendo el autor andar –y ensayar– ese camino de ida y vuelta entre las ideas. El recorrido de López Castro nos lleva de la guerra a la literatura, del mar a la música y de la santidad a la gula –la comida como placer estético-, la mesa como una dramaturgia (Bocaccio, Rabelais), y de ahí a territorios tan remotos temáticamente como la distopía, la ficción y la eugenesia, pieza central en el descubrimiento de una obra extraña (el ensayo como territorio de hallazgos): Eugenia: esbozo novelesco de costumbres futuras, escrita por el médico Eduardo Urzaiz, en el año de 1919, en Mérida Yucatán.
Todo como un preámbulo para el Tema. El territorio donde cada autor se asume verdadero erudito y asienta el despliegue de su bagaje a sus anchas: esos textos centrales que articulan el poderío central de todo libro, en el caso de López Castro, la sci fi (Los viajes de la ciencia ficción, La ciencia y la ficción, La prisión de la carne). Capote, Lem, Ballard o cuentos como El año que los osos descubren el fuego, de Terry Bishop, dan pie a la conjetura y la genealogía, a la postura y la filiación, la geopolítica, y ese tema tan antiguo como literario, tan vital: el viaje. La sexualidad y la carne en la era y la bajo la lectura del robot y la virtualidad, las concepciones de la ciudad en el género la ciencia ficción, y esa pugna irresoluta –tan poliédrica y tan fructífera- entre la imaginación y la ciencia dentro de la sci fi, articulan un libro profundamente original, ameno, agudamente racional, y por qué no decirlo: poético. Una divisa que su propio autor signa y asume desde un principio:
“El ensayista conjura ideas, las compara con cierta imagen de la realidad, luego las regresa a la fragua de la creación literaria: el proceso se repite varas veces. Al final, luego del calor de la metáfora y el golpe de la retórica contra la dura superficie del yunque al cual llamamos razón, nace el ensayo: espada de argumentos que permite cortar las brumas; aunque sólo sea para avizorar, más allá de ellas, un desfiladero”.
A rostro desnudo. Ramón López Castro. Editorial An.Alfa.Beta. 2017. 98 p.
∗Alejandro Pérez Cervantes (Coahuila, 1973) es periodista cultural y narrador. Maestro en diseño editorial por la Universidad de Monterrey y Doctor en Arte y Teoría Crítica. Premio Nacional de Cuento Julio Torri 2007 con Murania, es autor del libro de textos periodísticos El muro y la grieta y el libro de ensayos sobre fotografía Los estatutos de la mirada. Profesor Investigador en la Universidad Autónoma de Coahuila y coordinador de estudios literarios en la Universidad Iberoamericana Campus Saltillo. Su novela Lengua de plata, de próxima aparición, fue finalista del Premio Internacional de Novela Lipp en el año 2017.