Música para ver el mundo caer: Gorillaz – Humanz

Los tiempos aciagos siempre han fungido como combustible de los grandes artistas. Ya sea como forma de rebelión (en su ensayo El crítico como artista, Oscar Wilde cuenta la historia de cuando al hablar sobre la ciencia moderna con el artista y diseñador inglés, Edward Burne-Jones, éste le comentaría que entre más materialista se vuelva la ciencia, más ángeles pintaría como forma de protesta) o como paliativo (no es coincidencia que el año pasado los musicales La La Land y la entrañable Sing Street gozaran del gusto del público y crítica por igual, en un género cinematográfico que es considerado como el más evasivo de todos y que se consolidó durante los años de la Gran Depresión), las buenas obras artísticas son el amortiguamiento de un viaje sin escalas hacia los rincones más oscuros de la condición humana. A seis años y medio de su última producción discográfica, 2-D, Noodle, Murdoc Niccals y Russel Hobbs vuelven para sacudirnos con Humanz, álbum que según cuenta el colaborador Pusha T, Damon Albarn concibió como una fiesta para el fin del mundo.

Cronológicamente, Humanz es el sucesor de The Fall y Plastic Beach (ambos lanzados en 2010), pero sustancialmente su enlace directo es Demon Days (2005), disco de donde se desprendería el perturbadoramente desolado video para “El Mañana” (¿Quién en sus cinco sentidos se atrevería a aniquilar a Noodle?), mientras que ya en “Fire Coming Out Of A Monkey’s Head” 2-D hacía un llamado directo a la decadencia de Estados Unidos, en una fábula narrada por el genial Dennis Hopper, el último maldito de Hollywood (o penúltimo, Mickey Rourke sigue en pie). A 12 años de su lanzamiento, la decadencia universal se ha vuelto más lamentable: Dennis Hopper está muerto; Donald Trump es presidente de la que desde hace tiempo es cuestionablemente la nación más poderosa del mundo; la crisis de Medio Oriente tiene como pináculo de su devastación al país de Siria; y Europa vive su cotidianidad entre la extrema derecha y la segregación racial.

Recién comenzando el disco, Vince Staples anuncia en “Ascension” que el cielo se está cayendo y la celebración tiene que comenzar. En “Strobelite”, el bajo y el sintetizador te incitan de inmediato a sacar tus mejores pasos de baile, con Peven Everett luciendo una de las mejores vocales del álbum. “Saturnz Barnz”, la carta de invitación a la mansión embrujada de la banda, contiene una atmósfera oscura que remite al sonido del Demon Days, con una letra que expone los demonios internos hostigados por el declive social imperante. De La Soul hace su aparición de nueva cuenta en un álbum de Gorillaz de la mano de “Momentz”, y el resultado está más emparentado con “19-2000” que con “Feel Good Inc.”.

“Submission” tiene a Danny Brown y Kelela compartiendo micrófono; es Brown rapeando sobre el intenso beat lo que salva a la canción de ser algo poco más que un trámite. No podría ser un álbum de Gorillaz si no hubiera una canción donde se sumergieran en el electrónico más atascado: bienvenido sea “Charger”.

“Andromeda” y “Busted and Blue” son el momento de la fiesta donde se sucede un bajón de energía; Gorillaz aprovecha esta pausa para hacer una reflexión de índoles metafísicas sobre la tecnología y su poder exponencial.

Para quien esto escribe, el dúo formado por “Carnival” y “Let Me Out” son los momentos más destacados del disco y los que mejor cuajan en su esencia el sonido de todo el álbum: beats y sintetizadores de una fuerza contenida altamente seductora y con los invitados de cada tema luciéndose a sus anchas. El soul de Anthony Hamilton carga en solitario el peso de “Carnival”, mientras Mavis Staples y Pusha T hacen lo suyo en “Let Me Out”, con una letra que se planta firme ante el temor de los días por venir.

“Sex Murder Party” tiene la atmosfera de una novela negra que da lugar a “She’s My Collar”, narración sobre una femme fatale parecida a Billie Jean con una desestabilización mental más retorcida, muy acorde a nuestros tiempos.

El álbum cierra con “Hallelujah Money”, una oda sardónica de cuatro minutos hacia la codicia y el recelo; y “We Got the Power”, tema compuesto en colaboración con Noel Gallagher, donde 2-D y Jehnny Beth cantan convencidos sobre el poder que reside en uno para transformar lo que nos rodea, el espíritu de Elpis encerrado al fondo de la caja de Pandora.

Damon Albarn tiene años sin tener que demostrarle nada a nadie, y aun así nos sigue sorprendiendo con producciones que cada vez se colocan en lo más destacado del año. Humanz no será la excepción. Puede que el mundo se esté yendo por la borda, pero Gorillaz no lo dejará irse sin estilo.

∗ Carlos Véliz (Hermosillo). Estudiante de los últimos semestres de la licenciatura de Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Melómano de hueso colorado, es uno de los fundadores de Música para ver el mundo caer, el apartado de la revista impresa que revisa lo mejor de lo mejor en las producciones musicales.

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