¿Cómo habría vivido una talentosa hermana de Shakespeare?, se preguntó Virginia Woolf en Una habitación propia (1929). Pues del carajo, fue su conclusión. Pero a siglos de Shakespeare y a décadas de Woolf, las condiciones de vida no han cambiado sustancialmente para la mujeres, incluso han empeorado en un país como el nuestro, donde el triste desenlace que Woolf imaginó para la hermana de sir William habría sido preferible para miles y miles de nuestras mujeres, secuestradas, violadas, torturadas, asesinadas y arrojadas a un puto baldío.
Paralelo a este empeoramiento, hemos presenciado en México la irrupción de un grupo numeroso de estupendas narradoras, lo que me parece un fenómeno digno de atención. Sus libros y textos sueltos abordan, en su mayoría, temáticas fuertes, emplean una voz propia, experimentan con sus estructuras y su estilo mostrando destreza y variedad técnica. Hay cinco o seis de ellas que se han vuelto más visibles; pero gracias a Elma Correa y varios amigos, hemos podido encontrar otras sesenta con cualidades similares. Así que comencemos, cuando menos, con un recuento.
Sólo aclaro que escribo esto como editor, no como estudioso de la literatura. No es mi obligación brindar un estudio de todas las escritoras del país (lamentablemente, quienes lo hacen, muestran muchas deficiencias, en especial al seleccionar el “universo” que pretende encerrar al todas). Como editor, el instinto me lleva a aquellas narradoras que me interesa publicar; y si bien no puedo hablar de Luiselli o Nettel, mi mapeo es más concentrado y a la vez más abierto. Como dicen: cambio una cosa por otra y una costra porosa.
Aunque la mayoría de las escritoras aquí incluidas nacieron entre principios de los 70 y finales de los 80, bien pueden añadírseles otras fuera de ese rango. Agrupar escritores por la fecha o lugar de nacimiento me resulta casi tan fortuito como hacerlo por orden alfabético. Las generaciones por décadas me provocan la misma desconfianza que la clasificación por regiones. En este caso, el año sólo es importante porque se relaciona con lo que me parece sustancial: la afinidad. Que en este caso es el punk, obviamente no como fenómeno musical sino como actitud.
Leyendo un nombre por aquí y otro por allá, da la impresión de que son pocas, pero un primer listado en librerías, revistas, antologías o internet nos deja nombres destacados como Sylvia Aguilar Zéleny, Magali Velasco, Iris García Cuevas, Fernanda Melchor, Orfa Alarcón, Cristina Rascón Castro, Rowena Bali, Rose Mary Salum, y desde luego Norma Lazo y Eve Gil.
Escarbando un poquito más encontramos a Tania Plata, Sylvia Arvizu, Itzel Guevara del Ángel, Cecilia Magaña, Mariel Iribe Zenil, Atenea Cruz, Sidharta Ochoa, Ave Barrera, María Antonieta Mendívil, Daniela Bojórquez Vértiz, Liliana Pedroza, Gabriela Torres Olivares, Gabriela Torres Cuerva, Laia Jufresa, Úrsula Fuentesberain, Claudia Reina, Laura Zúñiga Orta, Vanessa Téllez, Judith Castañeda Suarí, Raquel Castro, Ivonne Reyes Chiquete, Cecilia Rojas García, Lorel Manzano, Karen Chacek, Paulette Jonguitud, Gilma Luque, Gabriela Conde, Constanza Rojas, Susana Iglesias, Nadia Villafuerte.
Hasta este punto todas las autoras nombradas tienen al menos un libro publicado y cuentan ya con una trayectoria reconocible. Algunas han ganado premios, becas, han publicado fuera del país, han sido traducidas a otros idiomas, o han visto su obra en distintos formatos (cortometraje, historieta, radio, etcétera).
Un eslabón entre ellas y autoras más recientes serían Aniela Rodríguez, Valeria Luiselli y Aura Xilonen Arroyo, jóvenes que cuentan con algún libro publicado y un premio importante.
Y luego vendrían autoras estupendas cuyo trabajo puede encontrarse con cierta facilidad en internet o en antologías como Lados B, que nos entusiasman tanto como cualquier autor consagrado y que son la razón de ser de nuestra editorial: Elma Correa, Ana Martínez Casas, Isabel Hion, Ana Nicholson Leos, Samantha Luna, Nora de la Cruz, Claudia I. Solórzano, Norma Yamille Cuéllar, Violeta García Costilla, Rocío Arellano, entre otras.
Por último, el empeño que cada una de estas narradoras pone en la creación de una estética propia hace que ninguna se parezca a otra. Y que podamos ir del realismo más duro a la fantasía que devela un trastorno mental, o de la experimentación con el lenguaje al crimen sin resolver, o de la weird fiction a rebarnizar a Rulfo. Sin temor a equivocarme, creo que por aquí está lo mejor que se está escribiendo en el país desde hace más de cinco años. Puedo decirlo porque también he publicado a sesenta autores. Me había reservado el comentario por no querer sonar injusto, pero creo que ahora habría más injusticia en seguir guardándolo.
∗Mauricio Bares (Ciudad de México, 1963). Narrador, ensayista y editor. Cofundador del periódico A Sangre Fría (1993-95). Es director de la editorial Nitro⁄Press. Su libro Post-humano resultó finalista del concurso Anagrama (2008) de ensayo. Su libro Anónimo fue finalista en el Premio Herralde de novela (2005).