No hay encuentro más inesperado que el que uno tiene con los libros. Quién diría que la carnavalesca narrativa de Junot Díaz (Santo Domingo, 1968) acabaría atropellándome. Lo chistoso es que descubrí su novela una mañana mientras esperaba a mi jefe, quien accidentalmente había dejado una copia encima de su escritorio la noche anterior. Tan pronto empecé a leerla, no me detuve. El libro, una vez abierto, se puso a platicar conmigo.
La maravillosa vida breve de Óscar Wao (Mondadori, 2008) es un archipiélago integrado por novelas cortas, divertidamente contadas por la voz de un narrador principal, capaz de una verborrea y un sentido del humor ácido y jocoso, cargado de simbolismo sobre la cultura dominicana. Hay un manejo infrecuente del tiempo, una imaginación desbocada y una alocada percepción de la realidad.
En ese entonces ignoraba todo sobre la autoficción (después vendría Julián Herbert a ponerme en mi lugar), lo que hizo que ese encuentro con Junot Díaz fuera especial. Al inicio, Díaz se concentra en el concepto más aborrecible que existe en la cultura caribeña: el fukú, una rara maldición, igualita al mal del ojo, que cualquiera puede invocar en contra de aquellos que odia, de manera que acabará persiguiéndolo toda la vida hasta que consiga aniquilarlo. Tal como sucede con la Suerte, el Destino o cualquier otra fuerza que tenga origen cósmico, el terrible fukú tiene la habilidad de saltar generaciones, continentes. Lo único que lo distingue de las demás potencias (mientras las otras son una especie de azar alternativo), es su naturaleza irremediablemente destructiva, su pretensión de causar un daño implacable. En esta novela, la maldición es lanzada nada menos que por el oscuro dictador Leónidas Trujillo contra una familia de hermosas mujeres que se negaron a calentar su lecho. El dictador, profundamente ofendido, las amenaza y persigue con todo su poder y maldad durante más de cincuenta años y varias millas marítimas. Extrañamente, no son las mujeres las que desafían esta maldición, sino Óscar Cabral: un adolescente obeso, feo, y de una timidez desesperante, cuyo sueño es convertirse en el próximo Tolkien y que vive encerrado en su mundo de historietas, sin ninguna intención de establecer contacto con otros ardorosos adolescentes dominicanos.
Óscar Wao es un protagonista nada común, pero intensamente real, posible de ser identificado para cualquiera que sufra los vergonzosos cambios de la adolescencia. Es, a la vez, una promesa del futuro y una víctima de un entorno volátil y presuroso, donde su familia acaba siendo el muro de choque.
Ninguno de sus narradores abruma, por el uso del inglés y el español, sino que utilizan esta mezcla como un transporte divertido y alucinante que les ayuda a contar sus historias con mucha agilidad. La novela incluso sorprende con una serie de recursos que permiten continuar la inmersión hasta un nivel delirante, donde hay momentos en que uno cree estar leyendo Las mil y una noches del caribe.
Además del sentido del humor, los diálogos ingeniosos, las referencias al Señor de los Anillos en los momentos más serios, La maravillosa vida breve de Óscar Wao presume de un diseño novelesco de la autoficción (si entendemos por novelesco no lo irreal e inverosímil, sino las estrategias de un narrador que todo lo va revelando como si de un mago se tratara), donde propone un grupo de personajes, cada uno, con una historia personal de sus derrotas y enfrentamientos contra el temible fukú.
Junot Díaz demuestra que no sólo la prosa trágica y sufridora puede tocar nuestra alma. Con la simpatía e irreverencia de una Fran Lebowitz o un J. D. Salinger, La maravillosa vida breve de Óscar Wao, traducida por Achy Obejas, nos introduce el infortunio de una familia ficticia, cuya lucha por la vida refresca y oxigena lo que nuestro acostumbrado pesimismo califica como realidad.
∗Antonio Berúmen (Mazatlán, 1989). Es escritor. Ha publicado las novela Hasta luego Tokio (Palibrio, 2011), La madrugada del Yaqui (Libros invisibles, 2016) y Noche en llamas (Premio Libro Sonorense, 2018).