Si yo recomendara alguna serie seguro sería The Sopranos. La saga de Tony (un genial James Gandolfini) y los chicos de New Jersey. De Carmela y la doctora Melfi. Con personajes shakesperianos como Christopher Moltisanti y Paulie Gaultieri. Una serie que causa nostalgia no seguir viendo, como nos sucedió a muchos alguna vez con The wonder years (1988-1993). Series que se convierten en momentos de nuestras vidas. En The Sopranos, donde había una caravana de brillantes directores repartiéndose los episodios, todo bajo la supervisión del realizador David Chase, se dedicaron algunos capítulos a los reveladores sueños de Tony. En uno de ellos, recuerdo bien, el jefe de la familia obtiene la clave para darse cuenta que su querido Pussy Bonpensiero es un soplón del FBI. ¿Cómo? un pescado con la voz de Pussy se lo revela. En otro sueño Tony, acompañado de sus matones, espera en la orilla de la playa que alguien llegue. “No va a llegar” dice, para luego prenderse fuego.
En sus sueños Tony recrea un mar gris y picado. Quien ha visto la presentación de la genial serie, Boardwalk Empire, de los mismos productores de The Sopranos, reforzados nada más y nada menos que por Martin Scorsese, seguramente habrá sentido que dicha introducción, acompañada de los guitarrazos de la gran banda, The Jonestown Massacre, es un sueño de su protagonista, Nucky Thompson, interpretado brillantemente por el actor Steve Buscemi. No podríamos pasar de largo a otro personaje trágico, pero éste a lo griego, Jimmy Darmody.
Botellas que rompen en el muelle y contra piedras. Botellas vacías de whisky que se quiebran mientras Thompson enciende un cigarrillo. Sueños relacionados con la ansiedad de dos gansters que miran el mar en dos series de alta factura. Imperdibles.