Leí Días de whisky malo (Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen, 2014) de Daniel Salinas Basave (Nuevo León, 1974). Publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, se trata de una obra que nos presenta semblanzas de personajes simplemente peculiares. Ya anteriormente, gracias al libro que antecede: Dispárenme como a Blancornelas (Nitro/Press, 2016), Daniel se expone en sus textos, que han sido catalogados como “regionalistas”. Lo previo anunciado como “regionalista”, supongo, responde al uso de expresiones propias de locaciones del norte de México. Y sí, en efecto, Daniel, al igual que muchos exponentes de la literatura mexicana, especialmente en los estados fronterizos a Estados Unidos, se apropia de modismos que nacen de variables del idioma español, aunque no las manipula de forma equívoca pues, gracias a la gran habilidad narrativa de sus letras, dichas expresiones forman parte de una característica sustancial de sus personajes. Nos presentan perfiles sicológicos que alimentan un dibujo que queda más definido para el lector.
Tomada de su muro de Face
Los cuentos que conforman a este libro, lejos de ser un textos llenos de arcaísmos (como se pretende criticar, gracias al uso de regionalismos/modismos), deja al lector con un dejo de curiosidad por saber que más sucede a raíz del tipo de final que el autor impone en su narrativa: ronda entre el desenlace meramente abierto, ambiguo y/o flotante, dejándole al lector muchas posibilidades de un final exacto. En ‘Saurio sangrante’, un hombre, ya sollozando porque habrá de perder su preciado tatuaje de la juventud, que le acarrea varios recuerdos a raíz de la decisión de marcar su piel, se refiere a aquellos momentos que han destacado en su vida: el primer amor, así como el desamor, el sueño de todo adolescente de tener una banda (lo cual consiguió), las trabas burocráticas que todo mexicano se encuentra a la hora de contraer la mayoría de edad y la plena arrogancia de la vida al compeler ante él un futuro que, aunque no lo desea, sabe que le dará una vida pacífica, junto con una casa de medio pelo en Colinas de Ecatepec.
‘Infortunios de un ovejero kazajo’ nos lleva, después de haber visitado los confines del Estado de México, a Kazajistán. Todo con la intensión de enterarnos en un equipo kazajo que jugará contra un grande de la liga europea. El destino del Shakhter Karagandy nos envuelve en un ritual que dejará a cualquier escéptico, fuera de duda alguna. La insólita forma de querer ganar un partido, y asegurar la entrada a la Champions, se basa en degollar, una vez más, como ya era costumbre, a una oveja, esparciendo su sangre sobre la cancha escocesa. Es aquí donde uno sabrá si el ritual se pudo o no cumplir y si el campeón kazajo cumplió su sueño de por fin salir de la madriguera y pelear por la grande europea.
Y es así, nuevamente, como regresamos a México, al límite del territorio mexicano, hacia Tijuana, en la subdelegación Mariano Matamoros: “Corazón de las delincuenciales tinieblas que cubren la ciudad” lo explica Daniel, con respecto a ‘Corona de muerto’, el tercer cuento. Retomamos el asunto del narcotráfico entre voces y trabas burocráticas, donde Acadio Borregastre es el principal personaje de esta historia. Es ahí, junto con la mezcla de incertidumbre y miedo, donde Acadio no sabe más que pasará con su vida después de haber recibido, en la puerta de su hogar, una corona de flores. Por ello, junto con la duda sobre quién habrá sido el chistoso, o con la inquietud de saber si es o no un mensaje más de algún narco, es como acompañamos a Acadio por un mundo de burócratas, fieles al finísimo sistema social mexicano.
Es así como llegamos al relato que da título al libro: ‘Días de whisky malo’, donde se retrata la narración, escondida bajo intenciones de querer desmeritar a los demás personajes con apodos cómicos, de un hombre que yace en una celda, después de haber sido denunciado por una estrella pop, a la que la denomina como su “querida putita”. En esta narración, contada en primera persona, Daniel suelta la imaginación de Conrad Barnett hacia la descripción de todos aquellos momentos que su amada le hace recordar. No sólo involucra a los medios, a la publicidad y a su estrella pop en el soliloquio, sino a la madre de la cantante, quien fue una de las responsables que él esté tras las rejas.
En ‘Dilemas de zurdos y fachos’ nos remontamos, otra vez, al viejo mundo: Europa. Es aquí donde el cuento se divide en diferentes narraciones hacia dos personajes que este relato, repleto de historia y remembranzas del siglo pasado: Gaulterio, un treintón italiano, que es hincha de la Lazio. Daniel, al igual que a Arno, otro colega treintón, pero este siendo de Livorno, un aficionado del AS Livornio Cacio, los describe tal cual: la vida no les sonríe. En un tremendo relato, que podría ir más allá de un simple cuento, se nos vierte la historia de dos aficionados de sus respectivos equipos, los cuales se enfrentarán en un partido de fútbol: el clásico de clásicos, en el estadio Armando Picchi. Junto con la onda futbolera, caben las menciones históricas a Benito Mussolini, haciendo referencias también al Partido Nacional Fascista y al Ché Guevara, concibiendo una amplia diferencia del perfil de ambos personajes, que tarde o temprano se terminarán viendo cara a cara, sin siquiera conocerse.
Finalmente, después de un amplio recorrido de culturas, regresamos a nuestras tierras, con la historia ‘Ella es nabokoviana’. En este trasfondo de historias, se retoma la cuestión crítica y satírica del sistema (cualquiera) mexicano, con un burócrata cultural que ansía llevar a Tecate a la predilecta escritora más bella del mundo, sin importar las consecuencias que eso le traiga. Alfio Bordenave, quien firma como el director del Instituto Tecatense de Arte y Cultura, narra su fascinación por haber encontrado a la escritora más hermosa del mundo, según internet: Lila Azam. Y no sólo nos cuenta, de nuevo a través de la primera persona, su fanatismo por Lila Azam, sino las ansias que tiene por traerla a México y, por fin, conocerla. Fuera de seguirla por sus letras, Alfio se ha enamorado de ella por su belleza, y es así como las dificultades de cumplir su sueño irán apareciendo en el transcurso del cuento.
Es imposible no reconocer el talento de Daniel Salinas Basave. Lo primero que el lector se dará cuenta al conseguir un ejemplar de cualquier libro de su autoría, será la fascinación que el escritor tiene por narrar en segunda persona. Es precisamente esa técnica la que nos hace recorrer más allá de la simple historia que se plantea, hasta ver en la misma mente del personaje, tocando sus más recónditas perversiones y pensamientos. Daniel se está apoderando, junto con otra camada de escritores del norte del país, del panorama del cuento y crónica mexicano, posicionándose como una de las promesas literarias del siglo XXI.
*José Manuel Ávalos (Hermosillo, 1998). Estudiante de los últimos semestres del Cobach Reforma. Colaborador del Instituto Sonorense de Cultura. Publica en portales como Crónica Sonora. Es un obsesivo de la escritura.