Conocí a Pearl Jam, como la mayoría de mi generación, gracias a MTV. Corrían los primeros años de los noventa y yo estaba metido en la movida Hardcore, Punk, Crust y géneros más extremos, así que debo confesar que no les presté mucha atención, salvo el vídeo de ‘Jeremy’ que me pareció que tenía mucho más qué decir que el pretencioso, aburrido y presuntuoso vídeo de ‘Smell Like Teen Spirit’ de los sobrevalorados (mas por su imagen que por su música) Nirvana. Estos últimos siempre me parecieron parte del engranaje del mainstream para vendernos un sustituto de rebeldía. Pearl Jam estaba en otra liga. Aunque fueron parte de este circo mediático vendido como la nueva moda alternativa, a diferencia de un Nirvana orquestado por los medios, ellos se mantuvieron haciendo lo que mejor saben hacer: música.
Pasó el tiempo y mi dogmatismo musical se fue diluyendo a la par que por pura casualidad llegaron dos cassettes a mis manos. El primero fue el Superknow de los Soundgarden, que me volaría la cabeza con ese estilo cercano al metal y que para mí era la evolución perfecta de una de las dos únicas bandas que hasta ese momento valían la pena del “sonido grunge”. La otra eran los Alice in Chains, grupo que tuvo que pasar mucho tiempo para que les otorgara el merecido lugar que se merecen. El segundo cassette que me llegó ese verano del ’94, año de muchos cambios, descubrimientos, despertares, fue el Vitalogy. Confieso que al principio tuve mis dudas sobre escucharlo o no. ¿Pearl Jam, no eran esa banda que había entrado en el juego de MTV al estilo de la lucha libre con Nirvana? ¿No era una banda más construida para el consumo masivo?
El mismo amigo que me había regalado ese cassette grabado del Vitalogy me dijo: “Escúchalos, ¿qué tienes que perder?” Así que lo hice. Me senté en mi cuarto con mis walkman, le di play y sin esperar mucho me puse a escuchar. Este disco me cambió por completo. Su aparente sencillez musical mucho más compleja pero sin pretensiones, sus letras que eran capaces de pasar de la introspección personal como ‘Betterman’ o ‘Courdury’ hasta declaraciones de principios contra la industria musical como ‘Not for you o Whiping’. Este disco me dejó muy claro que Pearl Jam estaba en el lugar incorrecto en el momento adecuado y que toda su carrera musical tendría que lidiar con este estigma ¿Cómo lo lograrían? Con honestidad, con principios muy claros y con una verdadera rebeldía que los ha llevado a enfrentarse no sólo al mainstream como fue su lucha contra ticket máster y MTV, sino con una clara posición y apoyo político a diversas causas sociales. También con una calidad musical que pocos lograban entender más allá de un sonido único y que incluso ahora los sigue marcando en cada nueva producción. Para ellos esto ha sido importante. Son sobrevivientes, guerreros que se mantienen unidos más allá de modas y productos.
Después del Vitalogy les seguiría la pista de sus discos siguientes dándole oportunidad a sus primeras producciones. Entendí su primer disco, me maravillé con VS y a la fecha el único disco con el que no logró conectarme, además que me parece bastante flojo es el Backspacer. Afortunadamente la música tiene esa cualidad. No existe mala o buena música, simplemente existe aquella con la que logras conectarte en distinto niveles y otra que no te dice nada. Esperar otra cosa es no entenderla. Es presunción.
Este 2013 han sacado un nuevo disco. Después de casi cuatro años de no hacerlo y muchos críticos tienen razón. Ya no son lo que eran hace veinte años. Sus vídeos no están en la rotación habitual de los canales de vídeos que ya tienen otra veta de mercado a explotar y muchos consideran que este Ligthing Bolt no es lo mejor que han hecho.
A veinte años de haberlos visto/escuchado por primera vez no puedo estar de acuerdo con estas afirmaciones. A mis cuarenta años este “grito luminoso” es el disco perfecto para un sobreviviente. Para todos y todas aquellas que aún seguimos soñando con el mundo donde quepan muchos mundos. Cansados, hartos, enfadados. Aun lo estamos. Estos sentimientos siguen fuertes, pero ahora no solo queremos salir a la calle a gritar, también queremos un espacio donde compartir más allá de la indignación y la desesperanza. Pearl Jam y su nuevo disco son perfectos para eso.
Ahora que los críticos, músicos, especialistas han decidido salir y confesar su odio hacia esta banda para continuar perpetuando una rivalidad con una banda que está tan muerta como su cantante principal, prefiero confesar que Pearl Jam son parte esencial en el soundtrack de mi vida adulta.